Un profesor, un guía: una breve reflexión sobre la educación

En esta primera entrada en el blog personal me gustaría compartir una pequeña pero vital reflexión sobre lo que conlleva la "educación" a través de su etimología. Como es sabido, el español es una lengua romance, hija de la lingua mater, el latín, y de este modo, "educación" se deriva de la voz latina educare. Pero, ¿qué significa realmente este verbo? ¿Cuál es su etimología? Está compuesto por dos elementos: el preverbio ex, que significa "hacia" y el verbo duco (conducir), por lo que el verbo educare tendría un significado de "conducir hacia" o "guiar".

Etimológicamente, la palabra educación rompe por completo con muchas prácticas docentes estipuladas y normalizadas en nuestras aulas. Partiendo del significado arraigado en la palabra, un profesor es un guía que debe encaminar a sus alumnos hacia un lugar, que, en mi opinión, debería ser la educación en valores, la educación para la vida. ¿Es educar examinar a nuestras alumnas sobre la Segunda Guerra Mundial mediante un examen y no hacerles reflexionar sobre las consecuencias del fascismo? Aunque bueno, ¿es educar el no despertar curiosidad y espíritu crítico en nuestros alumnos y centrar su "adiestramiento" en repetir un temario en una hoja en blanco de manera memorística? ¿Es educar acostumbrar a generaciones enteras a memorizar y repetir?

Desde mi punto de vista, partiendo de la raíz latina de educar, el profesor debe tener una implicación total para con sus alumnas y alumnos y poder guiarles para que puedan llegar a ser personas autónomas, críticas, respetuosas y, sobre todo, libres.

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