Experimentar el asombro cotidiano puede ayudarnos a ver que somos parte de algo más grande. La ciencia demuestra que esta emoción exquisita puede acallar nuestro crítico interior, reducir el estrés, la soledad y la angustia física, y brindar una sensación de tiempo, perspectiva y conexión ampliados.
El asombro es la emoción que surge cuando encontramos vastos misterios que trascienden nuestra comprensión del mundo y se registra en las respuestas corporales, estas experiencias corporales activan el nervio vago que va desde la parte superior de la médula espinal a través de la garganta, el corazón, los pulmones y los órganos digestivos.
El asombro ralentiza tu ritmo cardíaco, orienta tu atención hacia los demás y te impulsa a explorar e interactuar con el mundo. Los efectos del asombro sobre las glándulas lagrimales (conductos lagrimales) hacen que nuestros ojos se llenen de lágrimas que, según los estudios, van acompañadas de un sentido de identidad compartida con los demás. El asombro se asocia con una sensación de hormigueo en los brazos y en la nuca (quizás el registro corporal de Kundalini en el yoga) que surge en muchos mamíferos sociales, incluidos los humanos, cuando responden juntos al peligro.
El asombro es un estado mental básico, una forma primaria de conciencia.
Si podemos entender nuestro camino de aprendizaje como un transitar desde el asombro, las experiencias neuroeducativas serían vivencias trascendentes para los alumnos y experiencias de saisfacción para los docentes que transiten el proceso educativo desde una visión más conectada a la neurofisiología de los alumnos.
El registro emocional en cada clase o sesión con la infancia no solo produce aprendizajes significativos sino que autoregula los estados emocionales de la infancia, observar, nombrar, jugar, imitar, repetir, fijar, memorizar son instancias que producen efectos trascendentes en las conexiones neuronales y como una rueda infinita de bienestar ayudan a la infancia a conectarse con sus sensaciones corporales y sus propios pensamientos.
Cuando los niños, las niñas y los jóvenes comienzan a tener un registro corporal de sus sensaciones comienzan a crear los primeros rudimentos y bases inconscientes de su inteligencia emocional, las sensaciones corporales cuando son acompñadas por un espacio cuidado y de significación por parte de los adultos son experiencias de mucha riqueza para el aprendizaje emocional.
Somos seres emocionales intentando dar nombre y significación a todo lo que nos sucede, cuántos más espacios de asombro y de acompañamiento consciente más será el nivel de consciencia emocional que los infantes pueden lograr.
Como adultos coreguladores tenemos la gran tarea de convertirnos en facilitadores de estos espacios que yo llamo "escenarios emocionales", espacios de autoobservación y descubrimiento de nuestro propios procesos internos en relación con los demás.
En esos espacios podemos explorar a través de las palabras cómo nos relacionamos con las personas que están en nuestros diferentes espacios de convivencia. Cuáles son las palabras que utilizo de qué estados emocionales provienen?
Detrás de cada palabra descubrimos cada mundo íntimo, intereses, pasiones, inquietudes, inseguridades, miedos... los escenarios emocionales nos revelan nuestro mundo interior que nace del asombro ante el mundo, ante las personas que nos rodean, que conviven con nosotros.
Abrirse a la experiencia de conectar desde el asombro con nuestras emociones sin prejuicios, sin tiempo, dispuestos a dejar entrar el aprendizaje es una experiencia única que tiene como camino el verdadero autoconocimiento.
Mirar a los ojos a través del contacto visual como un hábito de humanidad es descubrir las infinitas posibilidades que posee cada ser humano. Ser visto es un honor, tal vez el mayor honor de ser visibles en un mundo que no quiere ver.
Mirar es un acto cotidiano e inconsciente pero mirar a otro desde el corazón es uno de los actos más maravillosos de compasión.
ya decía Balzac: " En una mirada un alma entra en otra".
La compasión que también surge del asombro ante una persona en determinadas circunstancias es un acto transformador y revolucionario porque se atreve a sacarnos de nosotros mismos, fuera de nuestra zona de confort para observar a otro.
La compasión que surge del corazón como espacio emocional empático con mirada hacia el otro, tiene cuatro cámaras:
- La disponibilidad
- El aprecio
- La aceptación
- La acción
Aristóteles creía que el corazón era el órgano donde estaba el centro de todas las emociones especialmente el amor.
Hoy sabemos que corazón y cerebro tienen una línea neuronal que las une y que ambos son los encargados de manifestar las diferentes sensaciones emocionales a todo el cuerpo.
Aristóteles también decía que en el corazón residía el alma.
Asombro, conexión, empatía, compasión es lo que nos regula porque tenemos un cerebro prosocial, nos construimos emocional y con¡gnitivamente a través de los vínculos. nuestro sistema nervioso es nuestro medio principal para conectarnos y si estas onexiones son de apego seguro, sanas, y significativas muchos de nuestros problemas emocionales son disueltos por esta conexión.
Las habilidades prosociales son la gran maleta para un viaje seguro en la vida humana.
Cómo se genera la maleta de habilidades prosociales? A través del apego seguro, de la presencia de adultos emocionalmente estables que pueden acompañar y autoregular las experiencias emocionales de la infancia.
Cuando los niños y las niñas no encuentran soporte de los adultos y tienen que salir adelante solos se genera una autonomía reactiva, son infantes que ante situaciones de alerta estallan rápidamente con emociones de zona roja, ira, frustración, envidia...
Debajo de estas emociones que muchas veces pueden verse como pataletas exiten heridas nucleares que no permiten el proceso de autoregulación porque responden ante el acontencimiento desde esa herida primaria.
Nuestro diseño original es el apego seguro, es nuestra biología de origen, permanecer cerca de lamadre hasta sentirnos establemente seguros para caminar hacia adelante en el mundo de los adultos, cuando esto no se produce, el mundo se vuelve hostil y la maleta de habilidades se encuentra totalmente vacía y el asombro ante las experiencias vividas son alarmantes.
Por esta razón nuestro cuerpo es el vehículo por el que se procesan nuestros estados emocionales porque en cada célula quedan registradas las experiencias vinculares con nuestros adultos de pertenencia. Ellos son nuestros transmisores de herramientas prosociales, son los que moldean nuestra mirada ante las circunstancias vividas y sentidas. El apoyo de un modelo que sotiene, guia y ayuda a encontrar tus propios recursos internos habilita los espacios de bienestra emocional de escenarios de asombro, de autoconocimiento, de empatía y de compasión hacia nosotros mismos y hacia el mundo.