El dicho se emplea para expresar el éxito de una persona en conseguir un objetivo difícil, que también otros perseguían. Por tanto, no hay duda de que su origen viene de una competición en la que hay un ganador.
Quien tiene gato, y a pesar de que entre los felinos hay grandes nadadores, sabe de su miedo natural al agua, ya que no es su modo de aseo: maúllan, sacan las uñas, se revuelven... es, en fin, tarea complicada.
Sin embargo, el origen de la frase es incierto.
Sebastián de Covarrubias, en su obra Tesoro de la Lengua Castellana, propone el siguiente: “Antiguamente debieron de usar cierto juego en la ribera del río con un gato, y ganaba el que le metía dentro de él; pero como se defiende con uñas y dientes, era dificultoso y peligroso”.
un antiguo juego de muchachos.
a gatas, para echarlo en el agua, le llaman llevar el gato al agua.
Ya sea gato el que gatea en su esfuerzo por evitar ser arrastrado por el contrario o sale gateando del charco al que ha sido llevado, ya sea el animal, llevarlo al agua requiere gran esfuerzo, de ahí que la frase sea un elogio a los méritos de un ganador.
Ejercicio propuesto: Muchos son (o eran, porque ya no se practiquen) los juegos de niños y mayores en los que se usaba el nombre de un animal: el burro, la oca, la gallinita ciega... Una entretenida tarea podría ser el rebuscar dichos juegos en nuestras tradiciones, conocerlos y -¿por qué no?- jugarlos.