Lola no es solo una magnífica profesora, es una gran y queridísima amiga. El afecto llega desde el día que nos conocimos, hace muchísimos años, cuando yo y mi hermano nos presentamos en su clase cuando niños. Aprendimos, reímos, compartimos muchos momentos de nuestra infancia. Ella no solo enseña y te hace afianzar los conocimientos con la facilidad de un juego. Se implica, con alegría y mucho cariño en todo lo que hace. Ahora da clases a mis hijos. Para ellos Lola, a parte de todo lo aprendido donde destacan en sus notas en la escuela, es parte de la familia. Motivándolos para sacar lo mejor de ellos, con alegria, paciencia y mucho corazón. Muchísimo corazón.
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Lola responde:
Pues sí, Carmen. Hace tres semanas me recordó tu hermano que yo tenía 27 años cuando os daba clase. Ya ha llovido desde aquél primee día. Este es el quinto año con tus hijos. Sois parte de mi vida. Beso grande