Llevo tres años recibiendo las enseñanzas de Alejandro y sigo pensando que tuve mucha suerte al encontrarlo. Alejandro es un profesor de corazón; siente pasión por el chelo, por la enseñanza y por sus alumnos, lo que no siempre es fácil de encontrar en los profesores. A punto de cumplir los sesenta, carezco de formación musical y nunca había tenido un chelo en mis manos. Su infinito entusiasmo, paciencia y dedicación me han permitido cumplir un antiguo sueño. ¡Gracias, Alejandro!
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