Llevo aprendiendo idiomas desde antes de nacer y enseñándolos más de diez años, amén de mi trabajo como intérprete y traductor. Tal experiencia justificaría la voluntad de seguir en este campo, no obstante debemos añadir a ella la estulticia, falta de rigor y aburrimiento que acompañan habitualmente a muchos compañeros de profesión, haciendo incluso más necesaria mi labor apasionada al respecto.