Álvaro R. Maestro Ibarzábal

Mis clases tienen como principio la hermenéutica filosófica; en especial, la debida a un autor del siglo XX llamado Hans-Georg Gadamer. Este enfoque fundamenta el ejercicio de la enseñanza en el encuentro vivo con el alumno con el fin de optimizar su aprendizaje a la luz de sus circunstancias. Dicho de otra manera, el profesor antepone la pregunta acerca de cómo será su futuro estudiante para que, de esta manera, pueda darse una comunicación abierta entre ambos que permita la comprensión situada de sus necesidades y obstáculos, así como de las posibilidades para superarlos. El diálogo entre profesor y alumno es imprescindible y, por tanto, permanente. Téngase en cuenta que su empleo trae consigo un intercambio de información enormemente valioso del que no solo el alumno aprende sino del que el propio profesor extrae cómo enseñar a su alumno; es decir, cómo tornar significativos los contenidos de aprendizaje. Que los contenidos cobren viveza quiere decir dejar de verlos como contenidos externos, meramente memorísticos, para convertirlos en un valor que fomenta la autocomprensión de uno mismo y de su entorno; en pocas palabras, quiere decir actualizarlos, hacer de ellos algo importante para el alumno. Nada es más beneficioso para aprender y prosperar sobre el suelo del aprendizaje que verse impulsado por el deseo de aprender, una disposición que Aristóteles denominaba epistemofilia.
Esta perspectiva es perfecta para el trato individualizado.