Ana Florencia Paulin

Durante las primeras clases, mi enfoque principal es comprender a fondo los gustos, objetivos y preferencias musicales de cada estudiante. Creo firmemente que la enseñanza musical no puede ser homogénea, ya que cada persona es única y sus intereses y metas varían considerablemente. Existen diversas metodologías, y algunas pueden ser más adecuadas que otras dependiendo del tipo de estudiante con el que se trabaje. Es esencial que, como docente, adapte el enfoque según las características particulares de cada individuo.

Además, es importante tener en cuenta que los objetivos musicales son diversos y, por lo tanto, deben guiar la estructuración de cada plan de clases. Un estudiante que se acerca a la música como un hobby probablemente busque un aprendizaje más relajado y placentero, centrado en disfrutar del proceso y explorar su creatividad. En cambio, un estudiante que aspira a dedicarse profesionalmente a la música necesitará un enfoque más riguroso, que abarque tanto la técnica como la teoría musical, el desarrollo de la disciplina y la capacidad de interpretación en contextos más exigentes. A medida que avanzo en el proceso de enseñanza, trato de reconocer las metas del estudiante y trazar un camino personalizado que le permita avanzar hacia esos objetivos de forma efectiva y motivadora.

La enseñanza es una de mis grandes pasiones desde muy joven, lo que me ha permitido desarrollar una comprensión profunda de cómo aprender y enseñar música de maneras distintas. A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de experimentar con diversos grupos y personas, lo que me ha proporcionado un amplio abanico de experiencias y enfoques pedagógicos. He trabajado en escuelas que adoptan pedagogías no tradicionales, lo cual ha enriquecido mi perspectiva sobre cómo se puede enseñar de maneras alternativas y más inclusivas. Además, he participado en numerosos proyectos sociales donde la música tiene un rol transformador, no solo en términos de habilidades musicales, sino también como herramienta de expresión, integración y empoderamiento para los participantes.

Esta diversidad de contextos y enfoques me ha permitido desarrollar una visión flexible de la enseñanza, que se adapta tanto a clases grupales como individuales. En las clases grupales, la dinámica cambia, y debo ser capaz de fomentar la cooperación y la creatividad colectiva, mientras que en las clases individuales, mi atención se centra de manera más personalizada en las necesidades y avances específicos de cada estudiante. No importa cuál sea el escenario, siempre busco que cada clase sea una experiencia enriquecedora, ajustada a los objetivos del alumno y capaz de cultivar su amor por la música.

En resumen, para mí, la enseñanza musical no se trata solo de transmitir conocimiento técnico, sino de crear un espacio donde cada estudiante se sienta motivado a crecer y a explorar sus capacidades musicales de acuerdo con sus propias pasiones y metas. Mi objetivo es acompañarlos en su viaje musical, ayudándolos a descubrir su propio camino dentro de la música, ya sea como una expresión personal o como una carrera profesional.