Encontramos a Andrea por casualidad durante el confinamiento y no pudimos tener más suerte. Se adaptó a nuestros horarios y nuestras necesidades y no pudo tener más paciencia para enseñar de cero en unas condiciones tan difíciles, todo on-line.
Ya desde la primera clase mi hija estaba tocando la flauta travesera sin haberlo hecho antes y en solo unas semanas avanzó muchísimo, tocando sus primeras melodías y aprendiendo solfeo de forma muy amena. En todas las clases tuvo muchísima paciencia y demostró mucha empatía, sentido del humor y pedagogía. También estuvo muy atenta entre clases para reforzar, resolver dudas y cambiar lo necesario para que no decreciese la motivación.
Sin dudarlo, contar con Andrea es un valor seguro. Es la mejor.