Cristina da clase de violín a nuestro hijo desde que tiene 5 años recién cumplidos. Tenía déficit de atención y en las primeras clases aguantaba poco más de 10 minutos concentrado. Es una profesora muy didáctica, amena y a la vez muy exigente con la colocación de los dedos ya que no recurre a ciertas ayudas que proponen algunos métodos.
Gracias a esa labor, ha inculcado en nuestro hijo una afición enorme por el instrumento y enseguida consiguió que toda la clase la aprovechara estando concentrado.
Cristina además es una persona muy educada, alegre y extremadamente formal que personaliza cada una de sus clases adaptándose a las necesidades en cada momento gracias a su amplia experiencia como docente y su conocimiento de los diferentes métodos de enseñanza. En nuestro caso ella misma hacía partituras adaptadas. Un verdadero lujo.
No dejan de ser clases personalizadas, pero sus honorarios compensan con creces, la calidad que ofrece. De corazón, que si hubiera 10 estrellas, le ponía 10.