Daniel es un maestro. No solo sabe muchísimo (tan pronto damos una clase de cualquier palo flamenco como de jazz, bossa nova, técnica, lenguaje musical, armonía...), sino que, mediante su forma de ser tan humilde, respetuosa y cercana, te transmite la comprensión de lo que es para él la música para que conectes de corazón con la guitarra. Sin exigencias ni imperativos de mejorar a través de mecanizar un movimiento, sino a través de la creatividad y la pasión por la música como lenguaje expresivo. Estuve a punto de meterme en una importante escuela de flamenco de Madrid, di dos clases que no me convencieron y ya llevo con Daniel un año (y los que quedan).