Daniel Sobral Olivera

Llevo seis años impartiendo clases y he tenido la suerte de trabajar con alumnos con cualidades y particularidades muy diferentes. He tenido contacto con alumnos de primaria, secundaria y adultos. Con ellos he trabajado especialmente la recuperación de una materia suspensa, aunque también simplemente como refuerzo en periodo vacacional o como apoyo durante todo el curso. En el caso concreto de la enseñanza de adultos. estuve preparando el acceso a la universidad para personas mayores de 45 años y mi alumno obtuvo muy buena nota y entró en la carrera que quería.
Me gusta conocer bien a mis alumnos, pues considero que eso es fundamental para poder establecer con ellos un vínculo que nos permita trabajar con confianza mutua. Luego, a la hora de impartir las clases, tengo en cuenta las necesidades de cada uno, pues es difícil encontrar dos alumnos que respondan igual con una misma mecánica. En ese sentido, las clases suelen ser mayoritariamente prácticas y enfocadas a perder el miedo por la materia en cuestión. Cuando el miedo desaparece, solo queda lugar para aprender disfrutando del proceso. En dicho proceso, habrá momentos peores y mejores, habrá equivocaciones y replanteamientos, pero al final solo quedará lo más importante: la confianza en que se trate de la materia que se trate, el alumno tenga la templanza suficiente para afrontarla con el convencimiento de que puede sacarla adelante.
Es fundamental trasladar tanto nuestro como acompañantes en el proceso de aprendizaje, como ir poco estableciendo los moldes para que en un futuro puedan caminar solos.