La forma de aprender filosofía siempre parte de entenderla como un juego. No se trata solo de memorizar ideas, autores, etc., sino de llegar a comprender qué significado tiene el mismo objeto que se estudia para el propio estudiante. La forma de acercarse a este tipo de estudio siempre es más ameno y didáctico si se hace desde un ambiénte lúdico, en un sentido restringido del término.
La forma de aprender filosofía siempre parte de entenderla como un juego. No se trata solo de memorizar ideas, autores, etc., sino de llegar a comprender qué significado tiene el mismo objeto que se estudia para el propio estudiante. La forma de acercarse a este tipo de estudio siempre es más ameno y didáctico si se hace desde un ambiénte lúdico, en un sentido restringido del término.