Durante mis años de estudiante universitario, comencé a dar clases particulares como complemento a la beca que recibía. Empecé trabajando con alumnos cuyas edades iban desde primaria hasta bachillerato, sobre todo centrado en materias de ciencias, como matemáticas (para todos los niveles) o física (preparación de selectividad y acceso a la universidad).
Una vez acabados mis estudios comencé a tr...
Durante mis años de estudiante universitario, comencé a dar clases particulares como complemento a la beca que recibía. Empecé trabajando con alumnos cuyas edades iban desde primaria hasta bachillerato, sobre todo centrado en materias de ciencias, como matemáticas (para todos los niveles) o física (preparación de selectividad y acceso a la universidad).
Una vez acabados mis estudios comencé a trabajar como ingeniero, pero seguía dedicando parte de mis fines de semana a ayudar con clases de refuerzo a aquellas personas interesadas. Nunca he terminado de desconectar del dar clases particulares, incluso ampliando los campos tratados: inglés, historia y filosofía.
Como profesor, lo primero que me gusta es conocer a mi alumno, hacerme un dibujo mental de su forma de ser, de sus competencias y de sus posibles defectos. Una vez conocido todo esto, puedo trazar un programa de estudios adaptado a sus necesidades y en el que él mismo se sienta cómodo, comprometido y que sea capaz de ver avances significativos que le motiven a seguir estudiando por su cuenta.
A pesar de haber estado trabajando profesionalmente para grandes multinacionales, siempre he tenido la sensación de que dar clases, enseñar, guiar y orientar a los estudiantes, era mi verdadera pasión. En estos difíciles momentos que estamos viviendo todos ahora, creo que es el momento perfecto para dedicarme a ello, y de paso ayudar a todos los alumnos que quieran a que descubran su verdadero potencial y puedan trabajar con el nivel de exigencia que se merecen.
Muchas gracias por su atención.
Guillermo Porrero
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