Mi historia con Irene comenzó hace mucho tiempo. Hablamos de Chopin y de Bach en un bar, de Mozart y de Beethoven...Ella me retó a tocarle algo y, sinceramente, me superaron los nervios... Me bloqueé, pero aún recuerdo cuando me cogió la mano, me miró a los ojos y posó mi mano sobre la tecla adecuada... El mero recuerdo de su primera clase produce sacudidas de placer en mi espina dorsal. Acostumbrado a las clases en el centro de jóvenes músicos de mi pueblo, la intransigencia del profesor y la turbadora presencia de la profesora de solfeo, siempre pendiente a un fallo leyendo me hizo abandonar mis estudios musicales, pero con la ayuda de Irene,su inspiradora sonrisa y ese gracioso acento suyo... (S=C) me llevaron a retomar los estudios de piano. Hace mucho tiempo ya, pero nunca olvidaré ese verano... Las sonatas de Chopin y Mozart dieron paso al teclado de izal, los lori y camela y por fin veo que los años de dedicación al piano han dado sus frutos y puedo ligar con él. Gracias irene!!