El francés lo aprendí y perfeccioné viviendo en París varios años. Allí, daba clases particulares de inglés y español.
Me gusta hacer que mis alumnos disfruten esa lengua, que lo vean como algo beneficioso, que se interesen por aprender y no que lo vean como una imposición o castigo.
Siempre me intereso por los gustos y aficiones de cada persona para poder personalizar cada clase, para dirigir el...
El francés lo aprendí y perfeccioné viviendo en París varios años. Allí, daba clases particulares de inglés y español.
Me gusta hacer que mis alumnos disfruten esa lengua, que lo vean como algo beneficioso, que se interesen por aprender y no que lo vean como una imposición o castigo.
Siempre me intereso por los gustos y aficiones de cada persona para poder personalizar cada clase, para dirigir el aprendizaje hacia algo que le guste, para seguir el ritmo de cada individuo mientras aprovecha el tiempo y disfruta de lo que hace.
Está claro que la gramática es fundamental, pero lo que mejor les prepara para aprender un nuevo idioma es hablarlo, por eso me gusta tener siempre un rato de conversación, gracias al cual cada vez ganan más soltura y confianza en sí mismos.
A la hora de aprender vocabulario y entender la gramática, me gusta usar, por ejemplo, canciones, ya que ayudan a retener la información. Recomiendo también la lectura de libros o incluso ver alguna película o serie; todo esto ayuda a que se normalice e interiorice la presencia de otra lengua en nuestro día a día, haciendo el proceso más llevadero, entretenido y agradable.
No me gusta cargar de trabajo, sino que quiero clases dinámicas en las que todo el mundo se sienta cómodo para hablar, cuestionar y preguntar. Si la persona interesada me lo pide, le doy “deberes”; selecciono unos cuantos ejercicios que considero muy útiles y quizás un texto para que se lean, pero siempre respetando lo que el alumno me pide y sin poner demasiado trabajo, ya que así se volvería demasiado forzado y básico.
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