Lucía

Dar clases de inglés ha sido una experiencia increíblemente gratificante. Desde el principio, entendí que mi labor no era solo enseñar gramática o vocabulario, sino también ayudar a los estudiantes a ganar confianza en sus habilidades de comunicación. Recuerdo la primera vez que entré en el aula; estaba un poco nervioso, pero también emocionado por compartir lo que sabía.

Con el tiempo, aprendí que lo más importante es crear un ambiente en el que los estudiantes se sientan cómodos cometiendo errores, porque así es como realmente se aprende. Al principio me enfocaba mucho en seguir el plan de clases, pero pronto descubrí que la flexibilidad es clave. Si surge una conversación interesante o los estudiantes están apasionados por un tema, intento adaptarme y aprovechar esa energía.

Algo que siempre me emociona es ver el progreso de los estudiantes. Cuando alguien, que antes no se atrevía a hablar, finalmente da una opinión en inglés o se anima a participar en una conversación fluida, siento que realmente hemos logrado algo juntos.

Es un trabajo que va más allá de lo académico; es sobre construir confianza y ayudar a las personas a expandir sus horizontes.