Casualidad o no, empecé las clases con Marta el pasado marzo con el objetivo de desconectar (de lo de fuera) y conectar (con lo de dentro).
Marta es energía, es armonía, es cariño.
Es adaptación a ti y a tus tiempos.
Con ella aprendes de música, pero también, aunque sólo sea por contigüidad, te empapas de su pasión y la vives, la sientes.
Es todo una experiencia que sin duda merece la pena.
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