Pablo Sánchez Torres

Me gusta sobre todo conectar con el alumno en cuestión y ofrecerle un set de conocimientos que le permitan desarrollarse como debe en las situaciones más comunes, ajustándome a su entorno y a su manera de ser. Pasar exámenes y ejercicios está muy bien, pero aprender a fondo algo y poder crecer a partir de ese aprendizaje es parte de la magia que me gusta inculcar a las personas.

Sin duda, un gran método es mantener al alumno entretenido con aquello que debe aprender. Si se está estudiando un idioma en cuestión, los "false friends" y las situaciones graciosas que, por ende, pueden desarrollarse desde la lengua son un gran elemento a explotar, así como recomendar series, películas, libros, música (ajustándose a los gustos del alumno) y demás. Es fascinante lo mucho que se puede llegar a conectar a través de los idiomas y con estos mismos mediante los procedimientos ya mencionados. Se recomendarán las pautas que yo mismo empleé para empezar con un idioma e, incluso, para extraer el máximo conocimiento de él. Nunca se acaba de aprender, pero no hay mejor compañía que un plan de estudio bien planteado y, sobre todo, que no queme los cerebros de los estudiantes, sino que fomente su curiosidad y sus ganas por poder hablar un idioma, sea cual sea su intencionalidad.

Y lo mismo aplica a las otras materias en cuestión. La historia, la religión y las mitologías están plagadas de eventos y elementos graciosísimos que nos pueden permitir aprender dichas materias con soltura y decisión. Es cuestión de saber ajustar la dosis de aprendizaje puro y duro y aquello que nuestro cerebro absorbe por simple curiosidad o por haberse sentido atraído hacia dicho dato o hacia dicho evento histórico. En cuanto a estas asignaturas, por supuesto, me gusta mantener un punto de vista lo más objetivo posible, algo que lamentablemente se ha perdido en muchos entornos, como es la educación obligatoria actual.