Me gusta que el alumno explique qué dificultades ve en la resolución de los problemas, para detectar los aspectos que hay que mejorar y ganar confianza empleando sus propios métodos. También conviene complementar con formas sistemáticas de trabajar, cuidando el orden de la resolución de los ejercicios, y ayudándose de esquemas o gráficos que faciliten el planteamiento. No se trata de memorizar...
Me gusta que el alumno explique qué dificultades ve en la resolución de los problemas, para detectar los aspectos que hay que mejorar y ganar confianza empleando sus propios métodos. También conviene complementar con formas sistemáticas de trabajar, cuidando el orden de la resolución de los ejercicios, y ayudándose de esquemas o gráficos que faciliten el planteamiento. No se trata de memorizar métodos, sino de ser capaz de aplicarlos a distintos problemas y, con la práctica, ir encontrando maneras de simplificar o atajar los procedimientos que en un principio pueden parecer más costosos.
Los avances digitales que tenemos hoy en día ofrecen una forma muy eficaz de asentar lo que se va aprendiendo. Teniendo claros los pasos que hay que dar para resolver un problema, poder comprobar rápidamente la solución y versiones distintas del mismo problema o problemas parecidos es un ejercicio sencillo que puede llevarse a cabo con aplicaciones fáciles de manejar, y es algo que amplía la perspectiva que habitualmente se tiene de un determinado tema y ayuda a encuadrar mejor el problema dentro de ese tema y a relacionarlo con problemas de otros temas o de otras asignaturas.
Muchas veces, basta tener a mano un formulario o un esquema gráfico básico para encontrar maneras de vencer las lagunas que pueden llevar a errores o inseguridad a la hora de resolver un problema. Estas prácticas son muy repetitivas y acaban asimilándose como una parte más de la teoría que hay que aplicar en los ejercicios, pero de una manera mucho más cercana y personalizada.
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