Rodrigo García Bergareche

La ética de enseñanza que profeso está profundamente arraigada en una idea de fondo que puedo sintetizar de mi paso por el Máster: la concepción de las lenguas como motores y dinamizadores de las relaciones interculturales. En este sentido, a la vez que se potencian las estructuras gramaticales, es necesario motivar al estudiante con un objetivo general y ambicioso para su formación: la posibilidad de entrar en un nuevo horizonte cultural que les será de provecho para su formación intelectual y personal.

Unido a esto, considero que es básico fomentar la conversación. Siempre trato de potenciar este ámbito de la enseñanza. Me gusta llevar a clase un tema de actualidad y debatirlo; bien sea el cambio climático, la censura en el arte o el posible futuro de la humanidad, estas cuestiones son sólo medios para que se pongan en práctica las competencias conversacionales. En este sentido, las materias que se ven en clase están acordadas con el alumno, para hacerlo más personal e inclusivo.

También me gusta de vez en cuando salir del contexto de la clase y organizar visitas a museos, para luego ir a algún bar y terraza y que los alumnos practiquen en un entorno real. Muchas veces, acaban interactuando con la gente que tienen alrededor. Estas sesiones eran muy enriquecedoras para todos.