Estudié mandarín con Sabrina por 5 años y ella no solo logró inculcarme un idioma, sino que la magia de la cultura. Con el tiempo pasa de ser una profesora de idioma a una compañera con quien compartir tu interés; y sus clases se vuelven reuniones culturales. Siempre con ganas de transmitir la pasión que ella tiene por la cultura china, es también muy tolerante, explicándote sin problemas tantas veces como necesites para poder entender. Y, desde luego, siempre atenta, no solo por si uno comprende, sino también por si uno se divierte.
Más allá de sus increíbles valores, efectivamente sabe transmitir. Su conocimiento y encanto por China, más todos los recursos que te brinda al aprender, hacen que el idioma se internalice a un ritmo acelerado. Uno no se da cuenta, que ya es capaz de mantener una extensa conversación en chino. Y en pocas clases, uno ya puede conocer la magia cultural que esconde el gigante asiático.
Siempre estaré plenamente agradecido a Sabrina por abrirme los ojo