Tomás R.

Me ofrezco para todo tipo de ayudas y refuerzos a alumnos de todos los niveles. Mi especialidad es la filosofía, pero he trabajado para gente de disciplinas afines, como sociología o historia del arte. También enseño técnicas de estudio y puedo dar repaso general.

Mi experiencia empieza en el bachiller; cuando lo cursaba ayudaba a amigos y compañeros a los que les costaba la filosofía. Poco después empecé a dedicarme a ello; desde el 2006 doy clases de manera remunerada, trabajando por cuenta propia y en academias.

Ahora también doy clase en un instituto, y soy profesor de Filosofía, Inglés y Lengua Catalana y Literatura.

He trabajado con alumnos de ESO y Bachiller, así como con universitarios de todos los niveles, incluyendo másteres. También he dado clases a medida a adultos que querían aprender filosofía, con método y rigor, pero que no podían o no querían ir a la universidad.

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En lo que respecta a los estudiantes de BACHILLER, empiezo haciendo una valoración de las dificultades que encuentra el alumno. Casi siempre, los problemas con la filosofía les vienen dados por alguna dificultad en la comprensión lectora. Esto hace que no entiendan lo que se les pide, y que empiecen a aborrecer la asignatura o al profesor -suelen decir entonces que las evaluaciones son subjetivas o que el profe no explica bien o les tiene manía.

Mi primer objetivo es siempre enseñarles que eso no es cierto. Les aporto un método de análisis estructural de los textos y les explico cómo deben afrontar y entender las lecturas. Esto incluye la discriminación de las ideas principales de las subsidiarias, el reconocimiento del trazo que dejan a lo largo del texto, la relación entre ellas, etc… Una vez el alumno empieza a entender de qué se le está hablando, se vuelve capaz de clarificar y esquematizar el contenido; es entonces cuando se da cuenta que lo que se pide asimilar es más bien poco.

Después de eso aplico el mismo método para enseñarles a escribir. Se trata de darle la vuelta al sistema, de ser ordenado, conciso y preciso; de aprender a hacer esquemas antes de escribir y de no dar vueltas ni llenar el texto de paja.

Una vez el alumno empieza a dominar estos aspectos, su opinión sobre la asignatura cambia y se vuelve mucho más positiva; ¡a mucho incluso pasa a gustarles! Además, sus notas mejoran mucho; lo más normal es que lleguen al menos al notable.

Con alumnos de bachillerato suelo trabajar en sesiones de hora y media -una hora es poco tiempo y dos horas acaban haciéndose demasiado pesadas para ellos- a razón de una sesión por semana.

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Para otros estudios se debería observar el caso en particular, analizar las necesidades y aptitudes del alumno y en base a ello convenir una estrategia que satisfaga al estudiante.