Eduardo es un gran conocedor del instrumento (violoncello) y de su pedagogía. Se adapta perfectamente a la psicología individual de cada alumno, respetando su singularidad y personalizando la metodología.
Desde el primer momento apuesta por lograr una correcta postura, un sonido claro y potente, así como un buen manejo del diapasón, garantizando una perfecta afinación. Es muy persistente en la corrección de errores y posee un gusto exquisito por la elegancia y distinción en el sonido. Es un profesor motivador, de trato amable y próximo, al tiempo que técnicamente riguroso y preciso.
Profesor de Excelencia y Gran Persona.
Muchas gracias, Eduardo, por tus constantes esfuerzos, tu compromiso con el buen hacer, tu cordial humanidad y el permanente ánimo que nos imprimes.
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