Recomiendo mucho los talleres de Vanessa a toda persona vinculada o no a la danza, pero más aún si se lo está en cualquiera de sus lenguajes: contemporáneo, clásico, moderno... Con una formación muy amplia y heterodoxa, Vanessa aborda el trabajo desde una profunda escucha y reconexión elemental con el propio cuerpo, al que uno, como participante del taller, no le impone ya a priori un plan de acción, con premisas de movimiento determinadas, sino que se subordina a su sensación física y anímica de ese momento, como si el movimiento no fuera una acción que uno, como sujeto, ordenara a sus músculos y estos ejecutaran, sino una reacción que nace desde lo más hondo de cada uno, desde una región en la que la división mente/cuerpo se disuelve y a la que uno accede por la respiración para desde ahí seguir orgánicamente su inercia y sus impulsos naturales. Se alcanza así un punto de partida que propicia una auténtica exploración de movimiento guiada desde un plano más personal, virgen y honesto